Cuando pienso en Bruno Llanes, “El hombre que mira lejos” no puedo por menos que imaginarle como el personaje de una de las más conmovedoras pinturas de la historia del arte: “Monje frente al mar”, de Caspar David Friedrich (1774-1840). La he visto tantas veces en su museo, en el Staatliche de Berlín… ¡Qué hermosa obra! Inquietante, conmovedora, sentimiento puro de lo sublime frente a lo sublime…
“El monje frente al mar” (1809-10) fue considerado ya desde su primera exposición pública un cuadro memorable; adquirido por el joven príncipe heredero Federico Guillermo en la exposición anual de la Academia de Berlín —junto a su pareja “Abadía en el encinar “— causó una enorme conmoción y perplejidad en los círculos artísticos alemanes. El escritor Heinrich von Kleist, admirador de Friedrich, describió la emoción con esta elocuente frase: “parece como si te hubieran cortado los párpados”… Su composición es tan aparentemente sencilla como arriesgada: una superposición extrema de tres superficies horizontales de distinta dimensión y potencia visual —playa, mar y cielo— en un tenso equilibrio isostático, inestable e imperfecto, sin apenas otro elemento significativo que el monje en soledad. El cielo —aire húmedo y frío—ocupa casi 4/5 partes de la superficie del cuadro y constituye un muro casi impenetrable para nuestros ojos, comprimiendo con su gélida vastedad las otras franjas inferiores de realidad que contemplamos: el mar oscuro, casi negro, y sus olas espumantes… la playa levemente ondulada, grisácea. En la playa, frente al mar y el cielo desmesurados, inmerso en el espectáculo del amanecer, un monje de hábito marrón —un hombre solo— evidencia su diminuta estatura física ante la enormidad del universo… al tiempo que nos sugiere la profundidad de sus pensamientos, su grandiosidad existencial… En esta escena muda y suspendida —como la eternidad sobre su abismo— intuimos tanto el sentimiento de lo sublime de Burke —la grandeza, magnificencia, oscuridad, todo aquello que produce las emociones más fuertes que nuestra mente pueda sentir, ese “asombro suspendido en el horror”—, como la acepción que categorizó Kant: “sublime es lo que, sólo porque se puede pensar, demuestra una facultad del espíritu que supera toda medida de los sentidos”… es decir aquello que pone de manifiesto la superioridad de nuestro espíritu sobre la Naturaleza… —ambos, sentimientos de lo sublime, simultáneos y/o sucesivos…
Desde luego la primera interpretación que Heinrich von Kleist hizo del cuadro es una de las más sugestivas y definidoras del sentir romántico: ”En infinita soledad, a orillas del mar, resulta maravilloso contemplar un desierto de agua sin límites bajo un cielo cerrado. A ese sentimiento se une la necesidad de tener que desplazarse hasta ese determinado lugar, que de él haya que regresar, el deseo de superar ese mar, saber que no es posible, y advertir la ausencia de cualquier tipo de vida, aunque oigamos su voz en el rumor de las olas, en el soplido del aire y en el movimiento de las nubes”. El arte romántico pone en escena el abismo, representa visualmente la escisión entre la naturaleza y el hombre. El papel de los personajes representados por los artistas románticos es aceptar su finitud, resistirse a la succión de lo absoluto y su propia aniquilación en él. Para el sentir romántico, paradójicamente, sólo en lo finito, en la distancia, en el espectáculo de lo estético “los dioses vuelven a hacerse presentes”... —como acertadamente señala María Rosario Acosta en Silencio y arte en el romanticismo alemán—... “Pero hace falta descender al fondo del abismo, donde no hay nada que decir, donde toda palabra sobra. Allí, en el silencio, en la contemplación de la eterna escisión entre dioses y hombres, entre el hombre y la naturaleza, en la puesta en escena de la tragedia, del enfrentamiento entre lo infinito y lo finito, ahí se da el acontecimiento de la verdad. El arte, la belleza, son este acontecimiento. Sólo a través de la intuición estética se le revela al hombre, en las profundidades de la distancia, en la separación radical, la unidad primigenia, el absoluto en todo su esplendor. La verdad es aquello que acontece a través pero por fuera de la imagen, la palabra, el sonido. Eso que se revela en medio de ellos, pero que requiere del silencio, de una contemplación callada, desde la finitud del hombre, del espectáculo infinito de la verdad”… Esta relación con la verdad a través de la experiencia estética puede considerarse como mística, es decir un extasiarse en la unidad con el todo desde nuestra limitada pequeñez e insignificancia —lo que el Maestro Eckhart describía como una gota de agua en medio del océano…
Interpreto al monje como un hombre sobrecogido, pero también lúcido, en el amanecer de sus dudas existenciales, quizás teológicas. Algunos autores, como Kleist, han especulado que el monje es el mismo Friedrich… ¿Qué misterios contempla a estas horas de la mañana el monje-pintor? ¿Es una alegoría sobre la vastedad de la muerte —nada y silencio indeterminados— que tan cerca había experimentado Friedrich con la reciente muerte de su padre? ¿Es el pintor abrumado por su responsabilidad frente a la total plenitud de la Naturaleza? ¿O, por el contrario, una alegoría del pintor ante el inmenso e indeterminado vacío de la tela desnuda? —Qué terrible sensación de soledad, dios…
Siempre que contemplo la pintura de Friedrich recuerdo con triste nostalgia a mi amigo pintor y poeta Víctor Mira, yo sé por qué… Víctor se suicidó en Seefeld, cerca de Munich, Alemania, el 18 de noviembre de 2003 —siempre quiso morir antes de tiempo: “Me horroriza no estar muerto y tener que sentir la repugnante vida latiendo en mí como un animal antiguo”… Víctor y yo nos conocimos en los años setenta, pero sólo a partir de 1984 comenzamos a fraguar una amistad más profunda, en torno al arte por supuesto, a destilar complicidades, a encontrarnos en nuestras palabras, en nuestras discusiones sobre la nada y todo lo demás, a inventar proyectos que siempre se demoraban por una u otra causa ajena a nuestra voluntad, hasta que al fin hicimos juntos algo memorable a mediados de los 90’… para otra vez alejarnos, vernos de tarde en tarde; aunque seguíamos deseando compartir nuevas aventuras, nunca llegábamos a nada concreto, divagábamos…
Nuevamente en 2002 le propuse participar en dos grandes proyectos que por aquella época estaba organizando; Víctor aceptó con desmesurado entusiasmo, como siempre hacía cuando suponía un reconocimiento a su singular trayectoria artística —él era así de emotivo y resentido: siempre tan olvidado, injustamente “ninguneado” por el “arte-organización” en España… Desde entonces nos vimos con más frecuencia, nos escribíamos, nos hablábamos, nos encontrábamos por cualquier motivo en Mallorca, en Madrid, Barcelona, Valencia o Berlín, o en su casa-taller en Breitbrunn, en la región de los lagos cerca de Munich. En Breitbrunn me confesó su obsesión por el cuadro “El monje frente al mar”de Friedrich: hacía más de quince años que retomaba intermitentemente este tema y lo abocaba en sus pinturas, dibujos, grabados y proyectos escultóricos. Víctor me regaló varios catálogos suyos de exposiciones con esas series —“El monje frente al mar, atemperado”— y por primera vez me habló de un proyecto —“Meditación acerca del agua dulce”— que tendría como protagonista al monje (el mismo Víctor) frente al agua (o la vida, o no sé qué)… Acerca de ese monje Víctor Mira escribió: “El monje junto al mar de C. D. Friedrich más que una pintura es un ejemplo de imagen mental. El cuadro aunque parezca estar dedicado al cielo, ya que el cielo cubre las cinco sextas partes de la superficie, no es tanto así, ya que es el mar reflejado en el espejo del cielo lo que se observa. La mirada atraviesa la pintura como si fuese una muralla imaginaria y se sumerge en la tensión transparente e inconmensurable de la contemplación del mundo. Friedrich se representó a sí mismo en monje junto al mar y con sus pisadas nos hizo un lugar en su interior desde el cual nos trasfiguramos en el monje y por lo tanto en el propio Friedrich. El hecho de que Friedrich sólo pintase una pequeña franja de tierra, estriba en la poca importancia que le otorgaba al lugar, ya que se trataba más que nada de un lugar imaginario donde la contemplación del mundo pudiese alcanzar una visión sobre la vida y la muerte”…
En aquellos últimos meses hablamos mucho sobre la muerte y sobre la vida, es decir el arte. De algún modo sentía que Víctor tenía prisa por “marcharse”… entonces más que nunca… En Apología del delirio había escrito: “El acto de pintar me lleva siempre al borde del suicidio, a la obsesión de sofocar la culpabilidad, de degollar al artista y dejar al hombre solo, en sí mismo”… También recuerdo que años atrás, en una entrevista de ficción que Víctor se hacía, se preguntaba y respondía: —"Por favor, dígame qué es lo que pretende... —Nada, y por eso es por lo que me refugio y fijo los ojos quietos en la pared, en esa pared de mi estudio tan blanca y tan normal, hecha por un hombre cualquiera. Esa pared es la nada en la que me refugio, sin nada de imaginación, sin nada, y sobre todo sin ser molestado por las ideas"…
¿Qué buscabas allí en Seefeld, Víctor, en “la orilla del lago”? ¿Qué ves ahora, Víctor? ¿Es la Nada, Víctor?... Qué elocuente silencio el de los muertos… Tan elocuente como locuaz…
“El monje frente al mar” (1809-10) fue considerado ya desde su primera exposición pública un cuadro memorable; adquirido por el joven príncipe heredero Federico Guillermo en la exposición anual de la Academia de Berlín —junto a su pareja “Abadía en el encinar “— causó una enorme conmoción y perplejidad en los círculos artísticos alemanes. El escritor Heinrich von Kleist, admirador de Friedrich, describió la emoción con esta elocuente frase: “parece como si te hubieran cortado los párpados”… Su composición es tan aparentemente sencilla como arriesgada: una superposición extrema de tres superficies horizontales de distinta dimensión y potencia visual —playa, mar y cielo— en un tenso equilibrio isostático, inestable e imperfecto, sin apenas otro elemento significativo que el monje en soledad. El cielo —aire húmedo y frío—ocupa casi 4/5 partes de la superficie del cuadro y constituye un muro casi impenetrable para nuestros ojos, comprimiendo con su gélida vastedad las otras franjas inferiores de realidad que contemplamos: el mar oscuro, casi negro, y sus olas espumantes… la playa levemente ondulada, grisácea. En la playa, frente al mar y el cielo desmesurados, inmerso en el espectáculo del amanecer, un monje de hábito marrón —un hombre solo— evidencia su diminuta estatura física ante la enormidad del universo… al tiempo que nos sugiere la profundidad de sus pensamientos, su grandiosidad existencial… En esta escena muda y suspendida —como la eternidad sobre su abismo— intuimos tanto el sentimiento de lo sublime de Burke —la grandeza, magnificencia, oscuridad, todo aquello que produce las emociones más fuertes que nuestra mente pueda sentir, ese “asombro suspendido en el horror”—, como la acepción que categorizó Kant: “sublime es lo que, sólo porque se puede pensar, demuestra una facultad del espíritu que supera toda medida de los sentidos”… es decir aquello que pone de manifiesto la superioridad de nuestro espíritu sobre la Naturaleza… —ambos, sentimientos de lo sublime, simultáneos y/o sucesivos…
Desde luego la primera interpretación que Heinrich von Kleist hizo del cuadro es una de las más sugestivas y definidoras del sentir romántico: ”En infinita soledad, a orillas del mar, resulta maravilloso contemplar un desierto de agua sin límites bajo un cielo cerrado. A ese sentimiento se une la necesidad de tener que desplazarse hasta ese determinado lugar, que de él haya que regresar, el deseo de superar ese mar, saber que no es posible, y advertir la ausencia de cualquier tipo de vida, aunque oigamos su voz en el rumor de las olas, en el soplido del aire y en el movimiento de las nubes”. El arte romántico pone en escena el abismo, representa visualmente la escisión entre la naturaleza y el hombre. El papel de los personajes representados por los artistas románticos es aceptar su finitud, resistirse a la succión de lo absoluto y su propia aniquilación en él. Para el sentir romántico, paradójicamente, sólo en lo finito, en la distancia, en el espectáculo de lo estético “los dioses vuelven a hacerse presentes”... —como acertadamente señala María Rosario Acosta en Silencio y arte en el romanticismo alemán—... “Pero hace falta descender al fondo del abismo, donde no hay nada que decir, donde toda palabra sobra. Allí, en el silencio, en la contemplación de la eterna escisión entre dioses y hombres, entre el hombre y la naturaleza, en la puesta en escena de la tragedia, del enfrentamiento entre lo infinito y lo finito, ahí se da el acontecimiento de la verdad. El arte, la belleza, son este acontecimiento. Sólo a través de la intuición estética se le revela al hombre, en las profundidades de la distancia, en la separación radical, la unidad primigenia, el absoluto en todo su esplendor. La verdad es aquello que acontece a través pero por fuera de la imagen, la palabra, el sonido. Eso que se revela en medio de ellos, pero que requiere del silencio, de una contemplación callada, desde la finitud del hombre, del espectáculo infinito de la verdad”… Esta relación con la verdad a través de la experiencia estética puede considerarse como mística, es decir un extasiarse en la unidad con el todo desde nuestra limitada pequeñez e insignificancia —lo que el Maestro Eckhart describía como una gota de agua en medio del océano…
Interpreto al monje como un hombre sobrecogido, pero también lúcido, en el amanecer de sus dudas existenciales, quizás teológicas. Algunos autores, como Kleist, han especulado que el monje es el mismo Friedrich… ¿Qué misterios contempla a estas horas de la mañana el monje-pintor? ¿Es una alegoría sobre la vastedad de la muerte —nada y silencio indeterminados— que tan cerca había experimentado Friedrich con la reciente muerte de su padre? ¿Es el pintor abrumado por su responsabilidad frente a la total plenitud de la Naturaleza? ¿O, por el contrario, una alegoría del pintor ante el inmenso e indeterminado vacío de la tela desnuda? —Qué terrible sensación de soledad, dios…
Siempre que contemplo la pintura de Friedrich recuerdo con triste nostalgia a mi amigo pintor y poeta Víctor Mira, yo sé por qué… Víctor se suicidó en Seefeld, cerca de Munich, Alemania, el 18 de noviembre de 2003 —siempre quiso morir antes de tiempo: “Me horroriza no estar muerto y tener que sentir la repugnante vida latiendo en mí como un animal antiguo”… Víctor y yo nos conocimos en los años setenta, pero sólo a partir de 1984 comenzamos a fraguar una amistad más profunda, en torno al arte por supuesto, a destilar complicidades, a encontrarnos en nuestras palabras, en nuestras discusiones sobre la nada y todo lo demás, a inventar proyectos que siempre se demoraban por una u otra causa ajena a nuestra voluntad, hasta que al fin hicimos juntos algo memorable a mediados de los 90’… para otra vez alejarnos, vernos de tarde en tarde; aunque seguíamos deseando compartir nuevas aventuras, nunca llegábamos a nada concreto, divagábamos…
Nuevamente en 2002 le propuse participar en dos grandes proyectos que por aquella época estaba organizando; Víctor aceptó con desmesurado entusiasmo, como siempre hacía cuando suponía un reconocimiento a su singular trayectoria artística —él era así de emotivo y resentido: siempre tan olvidado, injustamente “ninguneado” por el “arte-organización” en España… Desde entonces nos vimos con más frecuencia, nos escribíamos, nos hablábamos, nos encontrábamos por cualquier motivo en Mallorca, en Madrid, Barcelona, Valencia o Berlín, o en su casa-taller en Breitbrunn, en la región de los lagos cerca de Munich. En Breitbrunn me confesó su obsesión por el cuadro “El monje frente al mar”de Friedrich: hacía más de quince años que retomaba intermitentemente este tema y lo abocaba en sus pinturas, dibujos, grabados y proyectos escultóricos. Víctor me regaló varios catálogos suyos de exposiciones con esas series —“El monje frente al mar, atemperado”— y por primera vez me habló de un proyecto —“Meditación acerca del agua dulce”— que tendría como protagonista al monje (el mismo Víctor) frente al agua (o la vida, o no sé qué)… Acerca de ese monje Víctor Mira escribió: “El monje junto al mar de C. D. Friedrich más que una pintura es un ejemplo de imagen mental. El cuadro aunque parezca estar dedicado al cielo, ya que el cielo cubre las cinco sextas partes de la superficie, no es tanto así, ya que es el mar reflejado en el espejo del cielo lo que se observa. La mirada atraviesa la pintura como si fuese una muralla imaginaria y se sumerge en la tensión transparente e inconmensurable de la contemplación del mundo. Friedrich se representó a sí mismo en monje junto al mar y con sus pisadas nos hizo un lugar en su interior desde el cual nos trasfiguramos en el monje y por lo tanto en el propio Friedrich. El hecho de que Friedrich sólo pintase una pequeña franja de tierra, estriba en la poca importancia que le otorgaba al lugar, ya que se trataba más que nada de un lugar imaginario donde la contemplación del mundo pudiese alcanzar una visión sobre la vida y la muerte”…
En aquellos últimos meses hablamos mucho sobre la muerte y sobre la vida, es decir el arte. De algún modo sentía que Víctor tenía prisa por “marcharse”… entonces más que nunca… En Apología del delirio había escrito: “El acto de pintar me lleva siempre al borde del suicidio, a la obsesión de sofocar la culpabilidad, de degollar al artista y dejar al hombre solo, en sí mismo”… También recuerdo que años atrás, en una entrevista de ficción que Víctor se hacía, se preguntaba y respondía: —"Por favor, dígame qué es lo que pretende... —Nada, y por eso es por lo que me refugio y fijo los ojos quietos en la pared, en esa pared de mi estudio tan blanca y tan normal, hecha por un hombre cualquiera. Esa pared es la nada en la que me refugio, sin nada de imaginación, sin nada, y sobre todo sin ser molestado por las ideas"…
¿Qué buscabas allí en Seefeld, Víctor, en “la orilla del lago”? ¿Qué ves ahora, Víctor? ¿Es la Nada, Víctor?... Qué elocuente silencio el de los muertos… Tan elocuente como locuaz…
Pintura: "El Monje frente el mar" (1809-10), Caspar David Friedrich (1774-1840). Staatliche Museum de Berlín...
27 comentarios:
...qué cuadro tan enigmático Pau... creo haber bajado una imagen semejante (sino igual), para conocerlo, hace poco, cuando leí un texto tan interesante y entrañable como el tuyo, que hablaba sobre paisajes y lo mencionaba (bueno, aquel texto era algo más extenso, cerca de 80 páginas!!!)...
...me han intrigado y conmovido tus recuerdos y anécdotas sobre tu amigo Víctor, sus pinturas (que ya buscaré), sus reflexiones... en fin, que con un final de texto tan emotivo de pronto, me gana la melancolía...
Besos
wwwwoow!! Esta noche con más tiempo prometo volver para leer tu post (confieso que sólo le di una ojeada. Venía por aquí de la mano de tu comentario en mi blog...
La Red de Papel es una novelita que dividí en 17 partes para poder subirla ahí, y se me ocurrió ponerla en un blog porque se trata de un falso blog con comentaristas falsos. Me pareció muy interesante que desde el afuera del texto se fueran engarzando con ella los comentarios verdaderos, y la verdad es que la experiencia está resultando muy curiosa. Muchos de los lectores que la están siguiendo no son lectores especialistas en leer literatura, y la puerta que me abren a su especial interpretación de lo que relato es invaluable.
Espero, de verdad, que leas desde el principio mi relato, que hallás tan avanzado en su desarrollo, y que me dejes trazado en tu recorrido los pensamientos que te vayan surgiendo en forma de comentarios. No es fácil encontrar lectores que escriban como vos, amigo, y tu perspicacia quizás se troque en otra cosa, espero...
Adri.
¿Es mucho pedir??? ¿quizás????
hola
espero que estes muy bien yo acabo de llegar de la caza del venado en el desierto de real recordando que ya es casi un año de conocernos en ese lugar tan bello y magico. excelentes textos e imagenes del viaje a Tenerife es un lugar precioso.
cuidate
besos
Impresionante como se puede representar la solEDAD, Maravillosa la forma en que interpretas la obra, Victor tenía prisa por irse aunque nunca penso estar tan presente. Gracias por compartir.
qué hermoso cuadro! gracias! no lo concía. justo hoy te iba a preguntar acerca de berlín. salgo disparada, luego leo el post y te cuento. un beso, p
Gracias por contestar mi pregunta.
De arte nada de nada pero este cuadro me sugiere la soledad más absoluta, la que se busca junto al mar en Invierno, o en un bosque.Saludos
anamorgana
Muchas veces he pensado que los pintores deber�an sin t�tulo su lienzo. En el caso de Friedrich, ser�a a�n m�s conveniente porque un cuadro tan sugerente no debe estar supeditado a un t�tulo tan reduccionista. �Crees, de verdad, que ese hombre s�lo est� ante el mar?
Mi devoción por Caspar David Friedrich viene de lejos. Su romanticsmo exacerbado y sus fascinantes paisajes interiores, pintados a trazos de alma... Un espejo en el que reflejarse. La interpretación del cuadro de Víctor Mira me parece magistral.
Un saludo.
Hace no mucho pude contemplar en una exposición algunas de las obras de Friedrich y me fascinó por enigmática, por solitaria, por eterna.
No voy a comentar de tu post, pero sí de cómo me enfrento yo a la lectura de tus post. Posiblemente este es el blog, o uno de ellos, que me tome con más tiempo para leer.
Es como disfrutar de una buena comida. Pero no en compañía, no, porque quiero centrarme en la degustación del alimento. No quiero conversaciones que me distraigan. Si acaso, un buen vino. Y paladear cada alimento, "escuchar" lo que los sabores me transmiten y aprender de ellos.
Hace algún tiempo que te leo y me gusta como lo haces, así que he creído oportuno dejar mi reconocimiento y respeto hacia tus letras en mi blog, creo pues que es este un buen momento para darme a conocer y mostrarte mi admiración.
Un saludo y disculpa el atrevimiento.
Vaya, no conocía este cuadro y al no lo vi cuando estuve en Berlín... qué bien hubiera estado verlo en vivo... me parece tan inquietante....
Has conseguido tres cosas con este post: una, lograr que "tenga un flechazo" con un pintor que yo desconocía hasta este momento, dos estremecerme con dicho cuadro y tres volver a estremecerme con la historia de tu amigo.
No se puede pedir más para un post ¿o sí?
Besos
Felicidades Pau.Cada post es una bocanada de ímpetu y ganas de aprender, ganas de volver.
Totalmente de acuerdo con tu análisis. Friedrich es una maravilla siempre desde su falsa sencillez. Lo mejor del romanticismo y lo más moderno en mucho tiempo. A veces no lo suficientemente valorado.
Un beso.:).
Me he quedado helada.
Primero Bruno(personaje),luego el cuadro, el autor... para llegar a Victor y de ahí a ti? o en todo el relato tú?
me quedo helada, destemplada...y luego media sonrisa recordando tus palabras sobre la intención del autor.Realidad o ficción da igual.He pensado y he sentido y queda el poso para volver a soborear.
Qué decir que ya no sepas.
un beso Pau
Imprimiré tu post y lo leeré con calma.
Ahora solo darte las gracias por tus cariñosas palabras en mi blog.
Eres un cielo, nadie utiliza "la palabra" como tú.
un besito, guapo.
Un mar oscuro, que atrae hacia su vientre
la inmensidad del cielo que a la vez encierra y oprime
una tierra luminosa pero expulsiva...
conozco esa sensación de insignificancia existencial que refleja el cuadro
y tu mirada sobre el cuadro
.
siempre inquietante el psar por aquí
Te traigo un corazón ♥, me gustó tu post y he estado mirando la obra de Víctor... no puedo opinar , no entiendo, pero algunos me han dejado sensación de oscuridad y vacío ... falsa percepción la mía??
Besos de lluvía ^^
Vuelvo de vacaciones deseando leer ciertos blogs que, poco a poco, fuí descubriendo meses atrás. Entre ellos el tuyo. Nunca dejas de sorprenderme...me encanta!!!
Un abrazo enorme!
Sturm und Drang , tormenta e impetu , romanticismo aleman , revulsivo contra la ilustracion racional , idealismo , busca del inconsciente , de lo sublime ....algo de humor , unos bohemios fumaos ; )
muy buen post que define esa expresion de pintura Romantica .
Interpreto al monje como ancla en el tiempo frente a un mar que succiona todo que no ofrece resistencia… Por eso el cuadro siempre me fascinó.
me gusta el cuadro de Friedrich (hace poco lo encontré en un texto que hablaba del arte occidental y el vacío) y me hace refelxionar sobre aquellos momentos en que estoy delante de lo inabastable de la naturaleza, su immensidad, dulcemente anihiladora.
no conocía la obra de Víctor, estuve buscando un poco y me fascinó su obra, sobretodo las relacionadas con la música de Bach y Beethoven... Cuando encuentro conexiones que se sienten ahí adentro es cuando más lamento que el artista ya no esté...aunque sé que su obra sí...
un bes.
¡No sabría decirte qué me gusta más, si el cuadro o lo que describes de él!
ciertamente lo del existencialismo es muy acertado.Un abrazo.
Hola!
llegue a tu blog de coincidencia porque estaba buscando cosas sobre la pintura del monje frente al mar para la universidad y me puse a leer tu blog, en general lo encontre bastante interesante porque estoy estudiando arte y me encanta en realidad asi que cualquier persona que pueda hablar sobre ella es bienvenida y capa mi atencion. Solo queria decirte que concuerdo contigo es una obra bastante subliminal, aunque no coincida completamente con la descripcion que da Kant de lo sublime creo que acierta en muchas partes, a mi en lo personal me atrajo mucho la obra, sobretodo por la deprimencia que demuestra y la oscuridad, es algo que me gusta bastante en la pintura.
Bueno sigue escribiendo y nada cuidate
adios!!
Mayra
al abrir tu link me ha cautivado y me ha dejado muda la pintura. No la habia visto nunca, y a la vez la senti tan mia. Me absorvio....y eso me pasa con muy pocas obras de arte....soy selectiva para perder mi mirada. Me encanto!!!. Pueda ser por esa sensacion de soledad que transmite. El contraste entre la inmensidad del mundo, de lo desconocido, de lo oscuro, ante un simple hombre, cura en este caso (oficio que para mi representa mucho en el cuadro e idea general). Somos los humanos tan solo una pequeña parte de este mundo, y aun asi, nos creemos amos.
Me senti ese monje....me vi a mi parada alli frente al mar....seguramente por que es algo que me encanta hacer. Me gusta pararme frente a la majestuosidad de la natrualeza, esa que se impone, que te hace venerarla hasta cierto punto. Y si, tambien me senti asi de sola, asi de impotente, de insignficiante ante todo lo que aun no conozco.
De todo lo que te he leido, para mi, este post es el mas especial.....asi sera.
abrazos.
Tampoco conocía esta obra, este autor. Tu escrito muy bueno como siempre.
A veces he pensado que quiero ser artista, seguro es eso... mi necesidad de enfrentarme al abismo de la nada desde mi finitud que a su vez queda insatisfecha... por eso el amor viene a dar sentido a cualquier obra creativa, el verdadero querer de la voluntad que dijiste en otro post...
Me voy con preguntas y eso está bien...
Pau Llanes solo se despidió...
Beso...
Nice post and this enter helped me alot in my college assignement. Say thank you you seeking your information.
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