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lunes, febrero 18, 2008

Los secretos que aprendí en Valdrada (I)


… Cada instante de nuestros encuentros / celebramos, como una presencia Divina, / solos en todo el mundo. Entrabas / más audaz y liviana que el ala de un ave; / por la escalera, como un delirio, / saltabas de a dos los escalones, y corrías / a través de las húmedas lilas, llevándome lejos, / a tus dominios, al otro lado del espejo.


Fragmento de Los primeros encuentros: poema de Arseni Tarkovski (1907-1989), traducido por Irina Bogdaschevski


Foto: Espejo en casa de Rebecca; julio 2004

Los secretos que aprendí en Valdrada (II)


... Cuando llegó la noche, recibí la gracia, / las puertas del altar se abrieron, / y brilló en la oscuridad, en el espacio / la desnudez, y se inclinó lentamente, / y despertando, pronuncié: "'¡Benditas seas!", / y en seguida percibí la insolencia / de esta bendición. Dormías, / y para pintar tus párpados de aquel azul eterno / las lilas se inclinaron hacia ti desde la mesa. / Tus párpados azules ahora estaban / serenos, y tibias tus manos.


Fragmento de Los primeros encuentros: poema de Arseni Tarkovski (1907-1989), traducido por Irina Bogdaschevski


Foto: Floración de Iris, Parque Koishikawa Korakuen, Tokyo; junio 2004

Los secretos que aprendí en Valdrada (III)


... En el cristal se percibía el pulso de los ríos, / el humo de los cerros, el resplandor del mar, / y una esfera en la palma de la mano sostenías, / de cristal, y dormías en el trono, / y ¡Oh Dios Santo! era mía solamente.


Fragmento de Los primeros encuentros: poema de Arseni Tarkovski (1907-1989), traducido por Irina Bogdaschevski


Foto: Campari con naranja, Mediterráneo; marzo 2005

Los secretos que aprendí en Valdrada (IV)


… Al despertarte, había transformado / el común lenguaje cotidiano / y con renovada fuerza se colmó la garganta / de vocablos sonoros, y la palabra "tú", tan liviana, / quería decir "rey" ahora, revelando su nuevo significado. / De pronto, en el mundo todo ha cambiado, / hasta las cosas simples, como la jarra, la palangana, / cuando se erguía en medio de nosotros, cuidándonos, / el agua, dura y laminado.


Fragmento de Los primeros encuentros: poema de Arseni Tarkovski (1907-1989), traducido por Irina Bogdaschevski


Foto: Tsukubai de un jardín en Kamakura, Japón; junio 2004

Los secretos que aprendí en Valdrada (V)


… Fuimos llevados hacia el más allá, / y se abrían ante nosotros, como por encanto, / las ciudades milagrosas, y nos invitaban a pasar, / la menta se extendía bajo nuestro pies, / las aves seguían nuestro camino, / los peces remontaban nuevos ríos, / y el cielo se abrió ante nuestros ojos... / Mientras seguía nuestra huellas el destino, / como el loco, armado de una naranja.


Fragmento de Los primeros encuentros: poema de Arseni Tarkovski (1907-1989), traducido por Irina Bogdaschevski


Foto: Libro de Horas (1991-1992)

lunes, enero 28, 2008

Chucherías y espejitos zacatecanos...



Ya sólo pienso en regalarte chuches y globos de colores... Te escribiré mientras tanto...

ACERCA DE LOS ESPEJOS Y LA IMAGINACIÓN

La ciudad de Valdrada, según nos la describe Italo Calvino en su libro Ciudades Invisibles, fue construida a orillas de un lago y posee la extraña cualidad de reflejar en tal espejo de agua punto por punto su planta, todos sus relieves y elementos arquitectónicos, pero también el interior de sus habitaciones, las perspectivas, los pavimentos y cielos rasos, incluso los actos de sus habitantes son a la vez ese acto y su imagen especular, gracias a la habilidad de sus fundadores o al capricho inexplicable de los dioses que iluminaron su construcción.

Escribe Calvino que “cuando los amantes mudan de posición los cuerpos desnudos piel contra piel buscando cómo ponerse para sacar más placer el uno del otro, cuando los asesinos empujan el cuchillo contra las venas negras del cuello y cuanta más sangre grumosa sale a borbotones, y más hunden el filo que resbala entre los tendones, incluso entonces no es tanto el acoplarse o matarse lo que importa como el acoplarse o matarse de las imágenes límpidas y frías en el espejo”. Pero aunque pudiera parecer irrefutable, las dos ciudades gemelas no son iguales: “nada de lo que existe o sucede en Valdrada es simétrico”, ni todo lo que fuera del espejo parece tener sentido “resiste cuando se refleja.

Italo Calvino apenas nos escribe sobre los habitantes de Valdrada. De sus palabras sólo deducimos que allí viven amantes y asesinos, y que disfrutan del placer de contemplarse en la comisión de los actos que les inducen sus instintos naturales, sus pasiones. Yo creo que Calvino ocultó deliberadamente la genealogía de estos ciudadanos y que todos ellos, también amantes y asesinos en sus ratos libres, son en realidad descendientes de una antigua estirpe de exiliados que un día lejano abandonaron un innombrable país de brumas y tinieblas permanentes. Buscando su deseada tierra prometida, nomadeando por tiempos y paisajes hostiles, creyeron encontrar aquí el lugar propicio para ejercitar su extraordinaria virtud, para cuyo ejercicio fueron creados, y por cuya causa debieron escapar y sobrevivir penosamente: la Imaginación… —esa inmensa facultad de inventar imágenes desde el absoluto vacío de la nada, desde las insondables profundidades del corazón y el espíritu. No podían ser otros… esos coleccionistas de espejos y espejismos…

Sólo quienes disfrutan del placer de hacer y deshacer imágenes con tanta naturalidad y llevan en la sangre la astucia particular de confundir, y confundirse, lo imaginado con lo realmente existente, pueden celebrar la perversión de mirarse constantemente a los ojos sin amarse. Los habitantes de Valdrada imaginan —se imaginan— para saberse vivos (reflejados) y descubrir las cosas que van a acontecer, y aquellas que pudieron ser... si el destino y el miedo no hubieran intervenido. Así, en una misma mirada, confirman su cordura, al tiempo que restituyen la virtud de haber sido a lo que nunca fue… y —benditos visionarios— disfrutan con la experiencia visual de lo deseado todavía intacto…

No hay rutina en Valdrada porque siempre hay nuevas perspectivas y nuevas realidades imaginadas que afloran y se ensamblan con las contiguas sin solución de continuidad. Nada vuelve porque nada empieza de la misma manera, ni nunca hubo dos imágenes iguales… ni dos amantes, ni dos asesinos, en los que confundirse.

En Valdrada sus habitantes pasan la tarde sentados ante el lago haciéndose compañía…

Fotos de calle en Zacatecas, México, abril 2007