

Querida Berenice, te escribo ya en mi madrugada… todavía febril, oloroso de sales y aceites. Me bañé en un mar chico, en la bañera saturada de sal, como me aconsejaste en tu último mensaje… Desde hace un par de horas intento escribirte y no me dejan —las llamadas lejanas, las confusiones, el moquillo que no cesa de fluir… Además parece que el modem de Adsl no me funciona, siempre está en rojo, prohibiéndome salir a tu encuentro; no me puedo conectar a la red… ay, los demonios no quieren que en un ratito me leas… En fin, te escribiré un poco más hasta que caiga rendido encima del teclado o en la almohada —imaginaré que es tu vientre, tu regazo, y que te estremeces sólo con pensarlo ahora mientras me lees y todas mis palabras niñas te hacen cosquillas con sus pestañas…
He estado ordenando las cosas que traje de México, las notas que escribí, las fotografías, de mi viaje a tierra de los huicholes en la Sierra Madre Occidental y la peregrinación que hice con ellos al desierto de Catorce de Real para “cazar” peyote. Ya sabes lo que me interesa este pueblo tan particular, esas gentes orgullosas por fortuna todavía aisladas, todo eso que tiene que ver con el arte y el chamanismo. El pueblo de los huicholes está especializado desde hace siglos tanto en la curación como en el arte chamánicos, esa es su singularidad. La mayor parte de los hombres son sanadores y se encargan también de las ceremonias, mientras que las mujeres se dedican al arte, a la creación de los vestidos bordados de sus hombres, los aderezos y amuletos, las máscaras y figuritas que cubren de finísima chaquira, esas cuentitas de colores que enhebran o hunden en la cera virgen. Pero últimamente también los hombres se han dedicado a la pintura de sus mitos e historias, y más a menudo las mujeres adoptan un papel decididamente sanador y chamanista; es decir se intercambian abiertamente sus papeles sin graves rupturas del orden social-sagrado establecido… En realidad los hombres y las mujeres huicholes han trabajado siempre en paralelo e interactuándose: tanto los maridos como las esposas utilizan los mismos años de aprendizaje, se cuentan sus cosas y se enseñan mutuamente, hacen similares ofrendas a las divinidades y fuerzas de la naturaleza que simbolizan el arte y la curación, etc. Aunque cada uno se afana individualmente en alcanzar “la conclusión” de su obra, a menudo se ayudan mutuamente para lograr ese objetivo…
Te hablo acerca de los huicholes con la intención de iniciarte en el tema del chamanismo natural en relación con la mujer… Algunos autores señalan que el chamanismo fue en principio femenino, virtud y práctica de mujeres. El poder de cohesión de estos primitivos grupos de mujeres chamanes descansaba quizás en vínculos biológicos intransferibles y exclusivos: en la menstruación y en los misterios de la sangre del nacimiento. En tiempos remotos o en culturas aisladas las mujeres menstruaban juntas durante los periodos lunares. ¡Qué poder el de estas mujeres menstruando colectivamente en cada luna llena o nueva! Incluso hoy mismo se dice que las mujeres que viven juntas, por ejemplo en una residencia universitaria, van acoplando sus respectivas menstruaciones a un único ciclo colectivo. Este hecho me parece realmente magia natural, una evidencia más de la absoluta insistencia y autonomía de la naturaleza en todo lo relativo a su recreación y reproducción. Quiero adentrarme en esos misterios, que me enseñes y guíes, Berenice… Cuando me hablabas acerca de tu estado estos días pasados sentía una gran ternura hacia ti…
La menstruación en nuestra cultura occidental es “tabú”, es decir algo sagrado, por lo tanto innombrable… y más para los hombres. Asumo parte de la culpa colectiva masculina de carecer del sentimiento de que realmente algo extraordinario acontece en el cuerpo y psicología de la mujer en los días de vuestra menstruación y que os presionamos de muchas maneras más o menos sutiles o groseras para que todo parezca más o menos “normal”, para que no manifestéis esa condición sustancial de vuestra femineidad, que sigáis como si no pasara nada o no demasiado “grave” (ese adjetivo es muy “machito”). Seguramente debe ser una tensión enorme la que soportas como mujer, amore… tanto por tu propia situación como por nuestras estúpidas reclamaciones y urgencias… Entiendo que en esos días premenstruales y en plena menstruación os apartéis de las tareas cotidianas y queráis permanecer más solitarias, “ensimismadas”, abismadas en vuestro vértigo de mujer... ese aborto de vuestra fecundidad, en realidad la frustración de un hijo que no os hará madres por ahora…
En verdad la sangre derramada durante la menstruación es fructífera, la reclama la “madre tierra” como el sacrificio íntimo e incruento que toda mujer le debe por disfrutar de su poder fértil —es el único sacrificio sagrado que no requiere el tributo de la vida, la muerte de un ser vivo. Dicen que la comida vegetal que nace de esa acción fecundadora de la tierra es más sana y nutritiva; la sangre menstrual es el abono natural por excelencia. No sé si algún día comeremos frutas o verduras abonados con tu sangre —ummm… cardos y espárragos, por ejemplo, que tanto nos gustan—, pero sí pienso cultivar alguna vez rosas con tu regalo lunar, y olerlas entre nuestras sábanas antes, mientras y después de amarnos algún día deliciosamente “peligroso” sin cuidado —desprovistas de sus espinas, por supuesto; ¡qué te habías creído!... Ay, Berenice, mujer, mi diosa particular de la agricultura y la jardinería sagradas, reina de mi cama deshecha y de las sábanas húmedas… ¿sabías que para que un ritual de magia se realice con la mayor corrección y eficacia se requiere la sangre de la menstruación? Esto es así porque es la única que se obtiene de manera honrada, es gratuita, no procede de ninguna muerte —es decir de un ser ya nacido— y además es la más vigorosa y atesora la máximas virtudes… Yo no lo sabía hasta hace poco, aunque intuía que algo excepcional nos ofrece el cuerpo de una mujer esos días en los que os derramáis incontenibles, encarnadas, untosas de sangre lacada, poderosas aun en vuestro malestar natural.
Alguna vez leí que el verdadero alquimista es el que desea beber esos días, enrojecer sus labios y su lengua, en una mujer, alimentarse y beber sagrado de este sagrado grial… Dicen que es el elixir místico… Y más aún: que beber el rojo jugo de la vida al tiempo de beber el blanco semen lechoso es la más poderosa fórmula de biología alquímica… —y que tiene que ser en paralelo al clamor de la luna volteándose en el horizonte al amanecer, al unísono... Esta es la alquimia más poderosa… qué gran verdad, mi amor…
Bona nit, Berenice, el pecho me duele… Ahora sólo pienso en soñarte y que vengas pronto a mis sueños… Ojalá mañana me leas pronto, al desayunar, y con mis palabras juguetonas dibuje a distancia hermosas sonrisas en tu carita de ángel… Te quiero harto de melancolía y silencio.
He estado ordenando las cosas que traje de México, las notas que escribí, las fotografías, de mi viaje a tierra de los huicholes en la Sierra Madre Occidental y la peregrinación que hice con ellos al desierto de Catorce de Real para “cazar” peyote. Ya sabes lo que me interesa este pueblo tan particular, esas gentes orgullosas por fortuna todavía aisladas, todo eso que tiene que ver con el arte y el chamanismo. El pueblo de los huicholes está especializado desde hace siglos tanto en la curación como en el arte chamánicos, esa es su singularidad. La mayor parte de los hombres son sanadores y se encargan también de las ceremonias, mientras que las mujeres se dedican al arte, a la creación de los vestidos bordados de sus hombres, los aderezos y amuletos, las máscaras y figuritas que cubren de finísima chaquira, esas cuentitas de colores que enhebran o hunden en la cera virgen. Pero últimamente también los hombres se han dedicado a la pintura de sus mitos e historias, y más a menudo las mujeres adoptan un papel decididamente sanador y chamanista; es decir se intercambian abiertamente sus papeles sin graves rupturas del orden social-sagrado establecido… En realidad los hombres y las mujeres huicholes han trabajado siempre en paralelo e interactuándose: tanto los maridos como las esposas utilizan los mismos años de aprendizaje, se cuentan sus cosas y se enseñan mutuamente, hacen similares ofrendas a las divinidades y fuerzas de la naturaleza que simbolizan el arte y la curación, etc. Aunque cada uno se afana individualmente en alcanzar “la conclusión” de su obra, a menudo se ayudan mutuamente para lograr ese objetivo…
Te hablo acerca de los huicholes con la intención de iniciarte en el tema del chamanismo natural en relación con la mujer… Algunos autores señalan que el chamanismo fue en principio femenino, virtud y práctica de mujeres. El poder de cohesión de estos primitivos grupos de mujeres chamanes descansaba quizás en vínculos biológicos intransferibles y exclusivos: en la menstruación y en los misterios de la sangre del nacimiento. En tiempos remotos o en culturas aisladas las mujeres menstruaban juntas durante los periodos lunares. ¡Qué poder el de estas mujeres menstruando colectivamente en cada luna llena o nueva! Incluso hoy mismo se dice que las mujeres que viven juntas, por ejemplo en una residencia universitaria, van acoplando sus respectivas menstruaciones a un único ciclo colectivo. Este hecho me parece realmente magia natural, una evidencia más de la absoluta insistencia y autonomía de la naturaleza en todo lo relativo a su recreación y reproducción. Quiero adentrarme en esos misterios, que me enseñes y guíes, Berenice… Cuando me hablabas acerca de tu estado estos días pasados sentía una gran ternura hacia ti…
La menstruación en nuestra cultura occidental es “tabú”, es decir algo sagrado, por lo tanto innombrable… y más para los hombres. Asumo parte de la culpa colectiva masculina de carecer del sentimiento de que realmente algo extraordinario acontece en el cuerpo y psicología de la mujer en los días de vuestra menstruación y que os presionamos de muchas maneras más o menos sutiles o groseras para que todo parezca más o menos “normal”, para que no manifestéis esa condición sustancial de vuestra femineidad, que sigáis como si no pasara nada o no demasiado “grave” (ese adjetivo es muy “machito”). Seguramente debe ser una tensión enorme la que soportas como mujer, amore… tanto por tu propia situación como por nuestras estúpidas reclamaciones y urgencias… Entiendo que en esos días premenstruales y en plena menstruación os apartéis de las tareas cotidianas y queráis permanecer más solitarias, “ensimismadas”, abismadas en vuestro vértigo de mujer... ese aborto de vuestra fecundidad, en realidad la frustración de un hijo que no os hará madres por ahora…
En verdad la sangre derramada durante la menstruación es fructífera, la reclama la “madre tierra” como el sacrificio íntimo e incruento que toda mujer le debe por disfrutar de su poder fértil —es el único sacrificio sagrado que no requiere el tributo de la vida, la muerte de un ser vivo. Dicen que la comida vegetal que nace de esa acción fecundadora de la tierra es más sana y nutritiva; la sangre menstrual es el abono natural por excelencia. No sé si algún día comeremos frutas o verduras abonados con tu sangre —ummm… cardos y espárragos, por ejemplo, que tanto nos gustan—, pero sí pienso cultivar alguna vez rosas con tu regalo lunar, y olerlas entre nuestras sábanas antes, mientras y después de amarnos algún día deliciosamente “peligroso” sin cuidado —desprovistas de sus espinas, por supuesto; ¡qué te habías creído!... Ay, Berenice, mujer, mi diosa particular de la agricultura y la jardinería sagradas, reina de mi cama deshecha y de las sábanas húmedas… ¿sabías que para que un ritual de magia se realice con la mayor corrección y eficacia se requiere la sangre de la menstruación? Esto es así porque es la única que se obtiene de manera honrada, es gratuita, no procede de ninguna muerte —es decir de un ser ya nacido— y además es la más vigorosa y atesora la máximas virtudes… Yo no lo sabía hasta hace poco, aunque intuía que algo excepcional nos ofrece el cuerpo de una mujer esos días en los que os derramáis incontenibles, encarnadas, untosas de sangre lacada, poderosas aun en vuestro malestar natural.
Alguna vez leí que el verdadero alquimista es el que desea beber esos días, enrojecer sus labios y su lengua, en una mujer, alimentarse y beber sagrado de este sagrado grial… Dicen que es el elixir místico… Y más aún: que beber el rojo jugo de la vida al tiempo de beber el blanco semen lechoso es la más poderosa fórmula de biología alquímica… —y que tiene que ser en paralelo al clamor de la luna volteándose en el horizonte al amanecer, al unísono... Esta es la alquimia más poderosa… qué gran verdad, mi amor…
Bona nit, Berenice, el pecho me duele… Ahora sólo pienso en soñarte y que vengas pronto a mis sueños… Ojalá mañana me leas pronto, al desayunar, y con mis palabras juguetonas dibuje a distancia hermosas sonrisas en tu carita de ángel… Te quiero harto de melancolía y silencio.
Fotos: Ritual huichol antes de la partida; abril 2007. Fragmento del jardín de Berenice...