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jueves, abril 10, 2008

La decadencia de la mentira y sus utopías... O cómo hago alquimias con mi cuerpo al atardecer.


Oscar Wilde criticaba al realismo por su vana intención de representar únicamente la realidad; lo que para él no tenía ningún mérito y, además, con el paso del tiempo dejaría de ser verosímil e inteligible… Para el genial autor irlandés, el objetivo del arte debe ser la mentira, es decir dar a conocer la belleza de las cosas falsas (inventadas, de ficción, ideales). Wilde defiende la mentira en el arte: sólo se puede representar la belleza mintiendo y falseando la realidad. Sin mentira no hay arte; es decir la mentira y la poesía son artes… Aún más radical, argumenta que a la larga la vida y la naturaleza imitan al Arte, y no al contrario, como se ha entendido tradicionalmente: “Mirar una cosa es muy distinto a verla. No se ve nada hasta que no se ve en algo su belleza. Entonces, y sólo entonces, la cosa comienza a existir. Actualmente la gente ve la niebla no por sí misma, sino porque los poetas y pintores han mostrado la misteriosa belleza de sus efectos. Probablemente ha habido niebla por siglos en Londres… Pero ninguna la vio hasta ahora, ni sabíamos casi nada de ella”… Con estas premisas Oscar Wilde planteaba aspectos de gran interés, por ejemplo la preeminencia de la interpretación sobre el hecho en sí mismo, una interpretación de la realidad según códigos establecidos, aprendidos, incluso asuntos relativos a la mecánica cuántica y a las condiciones de observación de los fenómenos. La realidad no es necesariamente como la creemos ver, sino lo que interpretamos de ella o cómo la representamos… —por lo que adquiere total sentido la reivindicación de Wilde de una mirada artística, la necesidad de un canon artístico, sobre otras consideraciones meramente naturalistas.

La decadencia de la mentira fue uno de los textos predilectos de Wilde, sin duda uno de los mejores de crítica estética. Es un brillante alegato contra el arte realista de su tiempo, que mediante el “culto monstruoso de los hechos” pretendía ser el espejo de la vida y se arrogaba capacidad suficiente para representarla con mayor precisión… Para Wilde, sus cultivadores “acaban por escribir novelas tan semejantes a la vida que no hay modo de creer en su verosimilitud”. Por eso el Arte nunca debe imitar a la vida, pues “el Arte no expresa nunca otra cosa que a sí mismo”. Oscar Wilde cree que cuando el Arte renuncia a su medio principal, la imaginación, está abocado a un completo fracaso. Su propuesta es “intentar la renovación del antiguo arte de la Mentira” —un deber irrenunciable, ya que la mentira es el modo más elevado y el fin propio de todo Arte que se precie…

Acusando al arte naturalista de fines del siglo XIX, Wilde llega a sostener que el Arte es superior a la Naturaleza, incluso que la vida misma es “alumna” del Arte, que aprende de nuestra mirada artística. Su elogio a la mentira tiene que ver con su reivindicación de la belleza más allá de su realidad natural —cuando Wilde habla de mentira hay que entender “reelaboración” de la realidad, idealización, ficción, recreación de una nueva realidad artística “inventada”, es decir en muchos aspectos mentiras, construcciones mucho más que descriptivas de la naturaleza y la realidad de los hechos que acontecen. Oscar Wilde reclama la necesidad de “artistas totales”, completos, que sepan ser también críticos de su propia expresión. Reclama un arte fuera de la moral —amoral, no inmoral—, ocupado sobre todo en crear estados de ser, de ánimo, existenciales, universales, que no pueden estar mediatizados por la moral ni las costumbres de cada tiempo, sus convencionalismos. Un arte y una estética “amorales” que operen en el sentido de crear la utopía de una sociedad libre de constricciones prácticas, dedicada a la contemplación, al placer. En esta “amoralidad” entendida por Wilde como violación de las reglas, está el progreso… Su Utopía era una sociedad artística no materialista, sostenida por la alegría, el placer, los valores artísticos de la imaginación y la invención, con tiempo necesario para la reflexión y la propia expresión, ese impulso incontenible de la expresión artística, de revelar aquello que todavía la naturaleza, la vida, el mismo arte, no han mostrado… la voluntad de auto realizarse a través de la creatividad individual y el espíritu crítico… —Miénteme, mi amor, y dime que yo soy tu Utopía… hay días en las que una mentira mueve más que cien carretas, es decir que un par de tetas bien puestas…


Fotos: "Alquimias en el río Negro", Amazonas, Brasil; abril 2005