martes, enero 29, 2008

Gracias por ser y por estar... (aunque no tengamos cuerpo todavía).


Amanece… Ya son media docena de amaneceres en poco más de una semana… Unos fueron al final de una noche de insomnio y/o celebración (de la vida); otros, como hoy, un despertar con la luz… He estado estos últimos días ocupado en estar con la gente y compartir sus alegrías, en algunos momentos en provocarlas… Me gusta la risa de la gente, ya lo sabes; también hacer payasadas y juegos de manos para desatarlas… Estoy feliz y aun con todo fatigado: casi no he dormido estos días, o lo he hecho a destiempo… Todavía me quedan uno o dos días más de anarquía, ojalá aguante el cuerpo y no tenga que pagar sus impuestos con gravámenes indeseables; mi única culpa ha sido ser generoso sin medida ni cautela, derrochador… Mañana jueves se casan dos buenos amigos: Marcos e Irene… llevamos dos días de “vísperas” y supongo que hasta el domingo viviremos otros tres días de celebraciones entusiastas… Y es que en estos tiempos de “individualización” y “seguridad preventiva” casarse por primera vez a los cuarenta años es un acto de extrema generosidad, casi un compromiso heroico, desde luego un acontecimiento… Entonces no puedo por menos que expresarlo con mi cuerpo, excediéndome… En realidad nuestro cuerpo es el lugar existencial desde donde no sólo contemplamos la vida y el mundo que luego serán paisajes, sino sobre todo experimentamos nuestra subjetividad transfigurada (objetivada a través suyo y en sus sensaciones): es el principal “meeting point” con la vida y el “otro” que esperamos… el “habitat” que compartiremos mientras dura el encantamiento de una relación de pareja sin fecha de caducidad a priori… que permanecerá fiel tras la despedida y el silencio (cuando acontecen y nos quedamos vacíos)… También sentir nuestro cuerpo es la evidencia de nuestra soledad, me faltó decir… Sólo existe un objeto que nos es conocido directamente, sin mediación: el propio cuerpo —creo que te escribí sobre ello en uno de mis textos. Schopenhauer decía que el sujeto puede considerar el cuerpo como un objeto más entre los objetos, pero en su interioridad el cuerpo se revela intuitivamente como voluntad objetivada. Nosotros en tanto que cuerpo nos sentimos vivir, somos voluntad que se ha hecho visible… Desear nuestros cuerpos, nuestras imágenes que lo figuran, sus detalles que lo representan, es una evidencia de nuestra voluntad de encontrarnos, de habitarnos de algún modo… Tampoco hay razones para ello, ni para qués ni por qués en principio: el fondo del mundo no entiende de razones, no es causa ni efecto, es pura irracionalidad… Tampoco la voluntad tiene límites, es absolutamente libre, es un aspirar sin término, un perpetuo querer. Cada satisfacción es el punto de partida para un nuevo querer y cada insatisfacción provoca un gran dolor. Y cuando no hay objetos que desear o cuando se consiguen rápidamente, el individuo siente un vacío aterrador… Pero seguimos deseando, expresamos nuestra voluntad de encontrarnos con alguien desconocido que a lo mejor compartirá nuestra vida (nos compartiremos, habitándonos) por un tiempo, o para siempre, es un decir… Qué deliciosos (y a la vez inquietantes) misterios cuando te dices, piensas en ello, ¿Será el hombre, la mujer, de mi vida?... Estoy seguro que estas reflexiones de mañana temprana no vienen a cuento sólo porque Marcos e Irene se casan en unas horas (aunque las provocaron)… No escribo linealmente a estas horas… lo hago a borbotones (estoy seguro que me entiendes)… Creo lenguaje para que me entiendas… El lenguaje es un elemento de trueque por el que percibimos el mundo y lo compartimos. Nuestra percepción del mundo requiere un espectador para autentificarlo y con él todos nuestros significados impregnados de experiencias subjetivas y “vivencias-con-los-demás”… Tú, los “demás”, los “otros”, al estar situados en este mismo mundo gracias al lenguaje (al escribirnos y leernos; al hablarnos y escucharnos), al “encarnarlo” como yo, os convertís en mis cómplices, incluso en una extensión de mí mismo, para percibir la complejidad del mundo (no sólo de “mi” y “tu” mundo)… Yo, percibiendo y escribiéndote a estas horas de la mañana, soy un “yo expandido” en ti, querida… Preciosa mañana con olor a leche fresca, café, canela y menta… Me fascinan estas horas alrededor del amanecer (y las temo, entregado, porque desvelan mis pudores)… Es como si las primeras luces de la mañana —aunque débiles y tímidas— iluminaran nuestras figuras a contraluz y delinearan precisamente nuestros perfiles, al tiempo que trasparentan levemente nuestra alma dejando entrever algunos de nuestros secretos... —sí, esa hermosa luz que casi todas las mañanas inaugura mi isla y sus paisajes, la alborea de color pomelo y albaricoque... A estas horas de mi vida tienes los mismos colores y transparencias de estos primeros minutos de tu amanecer en mi pensamiento, y sus sabores... Conozco de ti lo que el sabor de estos jugos revelan al paladar de mi imaginación: una mezcla acidulada y ligeramente agridulce, sabor de mañana recién despertada, albores... Sabores, intuiciones, sospechas... sí, “sabor a sospecha”... —me gusta esta palabra y su indeterminación, la ambigüedad de la sospecha, su sabor a pomelo-albaricoque, esa inexplicable sensación de misterio y la excitación que sentimos al intuir lo desconocido, que nos lleva a arriesgarnos sin saber muy bien qué buscamos, si buscamos algo, o si sólo nos sentimos imantados y succionados por la estela de las cosas todavía invisibles… Sospecho que somos diferentes (a los demás) y no nos somos indiferentes… Esto es suficiente por ahora… 7h.37 m. (te escribo)…
Foto: "En el chilli out"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

PAU,
Gracias por ser y por estar en este blog y dónde quiera que estés....continua con ello.Preciosa flor.

tequila dijo...

me sigo perdiendo en los pasillos de tu laberinto, me quedan tantos rincones por conocer...
pero hoy te regalo esta entrada( se puede regalar lo que no es tuyo?)
besos Pau

MartinAngelair dijo...

Me sigues desconcertando...

Beso de hasta más ver.