sábado, enero 26, 2008

HISTORIAS DE UN TUAREG EXISTENCIAL (I)

Hace años atribuí a Paul Morand una frase que hice mía nada más leerla: “El mundo es un libro del cual no se ha leído nada más que la primera página si no se ha abandonado alguna vez el lugar en dónde nacimos.” Con ella compuse un poema íntimo acerca del amor y el sentimiento amoroso:

POEMA DE UN VIAJERO

Paul Morand afirma que el mundo es un libro
del cual no se ha leído nada más que la primera página
si no se ha abandonado alguna vez el lugar en donde nacimos.
Viajar es leer el libro del mundo. La vida es un viaje.
Viajar, más que un placer, es un deber...

El descubrimiento de una nueva ciudad,
la sorpresa ante un paisaje desconocido que nos conmueve,
sin duda modifican la percepción del lugar anterior del que venimos.
El viajero parece que sólo disfruta
en la ausencia y con la distancia... recordando.

Como en el amor...
Como cuando se escribe un poema de amor...


Tiempo después de escribir este poema tuve la fortuna de comprar a un vendedor ambulante de New York, en Broome St., un hermoso ejemplar ilustrado de The Garden of Kama de su edición de 1920. Un exlibris en el reverso de la portada delataba una anterior propiedad de este libro en manos de William & Florence Morden, de los que por ahora desconozco su biografía. Curiosamente, la leyenda impresa en este exlibris es aquella frase que atribuí a Morand al inicio de mi poema: “The world is a great book of wich they who stay at home read only a page”. Entonces no sabía —y divagaba al respecto— si Morand tuvo alguna vez este libro en sus manos; si fue él o fueron los Morden los que escribieron por primera vez esa inspirada frase que luego yo hice mía y la proclamaba como verdad irrefutable...

Hace unos meses, rebuscando entre unas páginas de Internet que se referían a Marinetti y sus manifiestos futuristas, tuve la gracia de encontrar un pequeño texto en italiano (ya no recuerdo a cuento de qué) reproduciendo exactamente esa frase que durante tanto tiempo me ha conmovido y dudaba en atribuir a Paul Morand, a los Morden o a la madre que les parió... Mi sorpresa fue mayúscula al ver a quién en realidad se atribuía la paternidad de tan afortunado pensamiento: nada más ni menos que a San Agustín, doctor de la Iglesia … —qué fiasco, y que soberbia recompensa a mi curiosidad durante años... La resolución del enigma me defraudó un poco. Confieso que me hubiera satisfecho cualquier otra solución razonable, incluso las más extravagantes o románticas. Por ejemplo, que Florence Morden hubiera sido amante de Paul Morand en el tiempo que éste residió en New York y que en una de sus noches de amor y éxtasis cualquiera de los dos hubiera regalado al otro estas palabras… ¿Y por qué unos amantes se van a regalar pensamientos y palabras de tal calibre existencial tras vaciarse en la boca de su amor escondido?... Es que los amantes hacen cosas tan extrañas; a veces se dicen frases enigmáticas y siembran rocío en sus pieles por el puro placer de hacer florecer la sonrisa en sus labios, por ejemplo. Decirse que el mundo, al amor, es un libro del cual no se ha leído nada más que la primera página si no se ha abandonado alguna vez el lugar en dónde nacimos… es como decirse “Quiero leerte, que me leas, hasta el oscuro punto final de nuestro libro de las horas por venir”… —pues vaya impertinencia, pienso, susurrarse estas cosas sobre el lecho y sus cubrecamas… Bueno, tampoco es tan grave: los amantes se dicen, se hacen, se inventan juegos de palabras y frases aparentemente inocuas (o grandilocuentes) para esconder y despistar sobre su estado de felicidad. Tienen miedo que al declararse felices algún dios les castigue con su inmensa ira y aplaque sus celos divinos silenciándoles para siempre, condenándoles a la invisibilidad eterna, una ceguera más profunda y terrible que su propia ceguera de enamorados…
Aquí y ahora sólo pienso en ti… mi lejana Sherezade.

4 comentarios:

Cel3ste dijo...

ummm... qué delicioso texto... y qué inquietante sabernos con el deber de viajar... mas qué dicha poderlo hacer con un viajero como tú...

Señor De la Vega dijo...

Si el mundo fuese un libro, tendría demasiadas páginas quemadas y con borrones en el pasado, que han sido reescritas en la mentira, otras páginas nunca leídas y olvidadas, las páginas del presente hojeadas por pocos y con las notas de cuatro impresores grabadas en los márgenes del resto.
Si no salimos de nuestra casa, hoy podemos observar muchas páginas, pero en realidad, más allá de la nuestras, el resto cualquiera diría, que escritas en otros libros sin interés alguno.
¿San Agustín era, el qué pareció referirse a un solo libro del mundo sobre el que leer?
Más bien, ¿no será, que si no viajamos, nunca abandonamos la primera página de la bitácora de nuestras miserias, de nuestras pequeñeces?
Sea como sea, bello empezar fue el suyo, en este mundo digital, de un diario de abordo, con muchas entradas por leer y todavía más por escribir.
Lujo en disfrutarlas en su balcón,
Z+-----

MartinAngelair dijo...

Buenas tardes Pau.

Casualmente en otro espacio admirado por mí, confesaba una de mis pasiones.

Desde niña, en mis viajes con la bici, me iba a pueblos cercanos (a veces, no tan cercanos), y entraba en casas que estaban abandonadas, algunas les faltaba incluso alguna pared (quizá sea a la que miro ahora).

Me la comía con los ojos, con mis manos, con mis pies, con mis oídos, con todo mi ser.
Despacio la recorría y despacio la imaginaba cuando había vivido. Era acompañarla en su lenta muerte. Tanto les cuesta desaparecer, porque son mucho los recuerdos que la sostienen.

Y aquellas que permanecían en un equilibrio imposible le añadía mis manos, para que me confiaran el testigo que querían salvar desafiando las leyes físicas.

También confesaba en ese blog que hacía tiempo que no me encontraba en esos espacios mágicos.

Tu casa virtual será un buen, (muy bueno), sustitutivo.

La entrada es muy hermosa.

Te sigo leyendo, y seguiré hablando a tus paredes.

Beso de hasta más ver.

vesania dijo...

Es increible eso de involucrarse en la aventura de ser amantes, la complicidad las promesas, las invitaciones inagotables que nos hacemos los que algunas vez fuimos amantes, decimos invitamos, utilizamos palabras y solo vemos su real significado cuando nos hemos quedamos solo, y decimos como pude? acaso realmente era yo, invitando a tanto, dando tanto???
pero es delicio tener un amante, ser un amante si que lo es...

Besos Pau donde estes espero mis besos te lleguen